El estudio de la comunicación política ha llevado a una profesionalización cada vez mayor en el manejo de la información de muchos gobiernos. También ha fomentado el desarrollo de investigación académica sobre laimagen que proyectan los políticos.
La investigadora brasileña Rosemary Segurado es una especialista en el estudio de imagen política. Es profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontífica Universidad Católica de San Pablo, institución por la cual se doctoró. Es miembro de la Escuela de Sociología y Política de San Pablo y tiene un posdoctorado en Comunicación Política por laUniversidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Con ella, habló tudiscovery para entender las consecuencias que el anuncio de una enfermedad grave tiene sobre la imagen de un presidente.
¿Cómo son percibidos en general los presidentes en América Latina?
Tenemos características muy diferentes considerando las culturas políticas de cada uno de los países. (Pero) hay un carácter personalista muy grande. En general eso está ligado a una cultura política, que tiene un sistema organizado a partir de partidos políticos, pero en dónde la cuestión individual, la cuestión personal tiene un papel muy grande. (…) Eso hace que la política esté siempre muy vinculada -y muy condicionada- a la personalidad de un determinado gobernante. El carácter personal (de la institución presidencial) es algo que es muy fuerte como regla general en los países latinoamericanos.
¿Entonces, cómo afecta un problema de salud la imagen de un presidente y la percepción de esa imagen por parte de los electores?
Cuando una cuestión, que aunque sea del fuero íntimo, de la vida íntima de ese gobernante, ocurre, primero ella va más allá de ese fuero de intimidad. Evidentemente si un presidente va a un hospital, eso es noticia. (…) Ya vimos momentos, por ejemplo en Brasil cuando (el presidente) Tancredo Neves fue operado (…) era una conmoción pública. Las personas iban a la puerta (del hospital) como si fuera una romería, para saber, para esperar. Claro que eso tiene una relación con la política. Hay otro sentimiento que está muy presente (entre la gente y es) ir allí para hacer una ofrenda, para rezar, para hacer una corriente positiva, esperando que la salud de esa persona se restablezca. (Ese gobernante) pasa por un amigo o un pariente. Se crea una especie de vínculo directo con esa persona, y tiene que ver con esa característica de que el elemento personal está muy presente en el plano político.
¿Cuándo aparece una enfermedad grave, como ocurrió con el presidente de Paraguay y lo que pasa ahora con el presidente de Venezuela, esa preocupación de la población tiende a ser mayor? ¿Los electores se involucran más?
Acaba siendo más fuerte. Recuerdo cuando la presidenta Dilma Rousseff no era todavía candidata y manifestó un problema de salud. Algunos políticos opositores llegaron a pensar en utilizar estrategias políticas diciendo ‘cuidado, ella no va a tener la posibilidad de estar lista para gobernar’. Pero no llegaron a profundizar en esa estrategia porque saben que el sentimiento de la población juega más negativa que positivamente. Ese elemento personal jugó (haciendo pensar a la gente) ‘que persona guerrera, en una condición adversa lucha para sobrevivir’. Y esas cualidades acaban siendo transportadas al campo de la política. En este caso, la enfermedad no acaba siendo vista como un elemento negativo. (El dirigente) acaba siendo visto como aquél que supera una adversidad. Aquél que supera un cáncer por ejemplo, puede en el campo de la política (resolver) problemas que el país tiene. Esa acaba siendo una lectura más general de la población. Acaba siendo una calidad que fortalece y no debilita. (Genera) un vínculo de solidaridad, inclusive en personas que no son partidarias. (…) Eso se ve como característica general, por ejemplo, cuando la presidenta argentina (Cristina Fernández de Kirchner) pierde el marido de forma repentina.
Los gobiernos manejan la información sobre las enfermedades de los presidentes de forma muy diferente. En Estados Unidos, el chequeo anual del presidente es público. ¿Cómo cambia la percepción de la población en cada escenario, en caso de que la información sea transparente o en el caso de que sea secreta?
Cambia la percepción. Pero creo que en general la cuestión de la transparencia termina siendo bien vista. Incluso por esa cuestión de vinculación. En un proceso como el de Cuba, las personas no participan. Cuando un gobierno está siendo observado sin confianza, acaba evidentemente perdiendo un canal de diálogo con la población y eso puede ser un problema. Esa necesidad de acompañar un proceso, una evolución, el tratamiento, pasa por ahí. Cuando Chávez retornó (a Venezuela), él regresó para mostrar a las personas que está todo bien, sobre todo, está todo bajo control. Ahí hizo esa transición para poder salir y continuar su tratamiento (en Cuba). El sentimiento es que si no hay transparencia y ocurre alguna cosa que se sale de control, las personas se sienten traicionadas. (…) Es una cosa que acaba entrando en esa contabilidad de la imagen pública y de la imagen política.
Fuente:
www.fayerwayer.com