18/08/2011
La comentarista invitada Debbie Salamone es directora de comunicación del Pew Environment Group.
En el verano celebramos el aniversario de muchos sobrevivientes de ataques de tiburones, incluyéndome yo misma.
En esta época del año, recordamos los terribles momentos en los que luchamos contra las mandíbulas del mayor depredador de los océanos, el sufrimiento de las operaciones y la rehabilitación. Algunos de nosotros tenemos la suerte de pensar que podría haber sido mucho peor: estoy casi curada de un tendón de Aquiles seccionado pero muchos de mis amigos tuvieron que aprender a vivir sin un brazo o una pierna.
Sin embargo, este año nuestros recuerdos anuales se alejaron bastante de nuestras vivencias. Mis amigos y yo nos convertimos en defensores de la conservación de los tiburones; y el 2011 marca el décimo aniversario de un compromiso firmado por varios países junto a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de desarrollar planes para proteger a estos animales. Desafortunadamente, se ha hecho muy poco hasta el momento.
Al lado de ocho de mis amigos sobrevivientes, el pasado otoño visité la sede de la ONU en Nueva York para intentar obtener más apoyo en favor de los tiburones. Como parte de mi trabajo en la Campaña de Conservación Global de Tiburones del Pew Environment Group, convoqué a los sobrevivientes que lograron perdonar a estas criaturas que cambiaron nuestra vida hasta el punto de pronunciarnos en su defensa.
Hicimos algunos pequeños avances durante nuestra visita, pero el aniversario de este año resaltó lo mucho que aún queda por hacer. Muy pocos países desarrollaron los planes de conservación prometidos. Entre los que sí lo hicieron algunos planes todavía no han sido totalmente implementados y existen pocas evidencias de que sean tan eficaces como todos esperaban.
El tiempo se está acabando y casi un tercio de todas las especies detiburones caminan hacia la extinción. Más de 73 millones de ejemplares mueren cada año, en gran parte por las lucrativas aletas usadas en sopas, compradas principalmente por los mercados asiáticos.
Estos animales necesitan ser protegidos rigurosamente en los 20 países que lideran la caza, responsables del 80% de las muertes. Indonesia,India, España y Taiwán responden a casi un 35%. En algunas regiones del mundo simplemente no existen conocimientos, recursos o voluntad política para desarrollar planes de conservación de gran alcance, pero los primeros pasos pueden recorrer un largo camino.
Nos encontramos en un momento crítico y los países necesitan actuar para salvar a estos habitantes de los mares. Deberían prohibir por completo la pesca de tiburones en sus aguas y crear santuarios en donde estas criaturas puedan ser permanentemente protegidas. Si los gobiernos no estuvieran preparados para dar ese paso, deberían comenzar a tomar algunas medidas, como por ejemplo proteger a las especies más amenazadas, impedir la pesca de las demás y exigir equipos más seguros para evitar la pesca accidental, salvando a innumerables animales de la muerte no intencionada.
A pesar de avanzar muy lentamente, ya hemos visto algunos resultados. Trabajando junto a Pew, yo y mis amigos convencimos a los Estados Unidos para que se restringiera todavía más la prohibición de la retirada de las aletas, lo que hizo que el presidente Barack Obama firmara una nueva ley el pasado diciembre. Muchos países, incluyendo Palao, Maldivas, Bahamas y Honduras, declararon que sus mares son santuarios de tiburones y prohibieron la pesca en sus aguas. Mis compañeros sobrevivientes, con el apoyo de Pew, continuarán presionando junto a diferentes naciones y organizaciones como la ONU.
Las personas nos preguntan con frecuencia por qué luchamos tanto para salvar a los tiburones, especialmente después de lo que pasamos. Reconocemos que estos depredadores resultan esenciales para la salud de los océanos y que desempeñan un papel vital en la cadena alimenticia; y nosotros los respetamos. Ellos son cazadores porque así los ha hecho la naturaleza y nos interpusimos en su camino. Ante tales circunstancias, los tiburones deberían temer más al hombre que de lo contrario. Ellos necesitan nuestra ayuda.
Fuente:
www.fayerwayer.com